El término infravalorado, cuando se habla de cine, de películas, siempre ha estado sujeto a diferentes interpretaciones. Aquí, se ha considerado en su sentido más amplio a la hora de elaborar el listado que se presenta a continuación, y que recopila una serie de relativamente recientes films de género (terror, ciencia-ficción y fantástico), un cine especialmente propenso a la producción de películas que, por uno u otro motivo, no consiguen la atención que por su calidad o interés merecen, ya sea por parte del público o de la crítica. Por supuesto que muchas que igualmente merecerían ser reseñadas aquí, se han quedado fuera, pero el componente subjetivo a la hora de elaborar un reportaje de estas características es inevitable. Esperemos que disfrutéis (y de paso, descubráis alguna “joya oculta” que no conocíais) de la siguiente selección.
Dentro de mis Sueños (In Dreams, 1999, USA. Neil Jordan):
El irlandés Neil Jordan, tras ofrecer su particular visión de dos de los icónos más representativos del género de terror (el del licántropo en “En Compañía de Lobos” y el del vampiro en “Entrevista con el Vampiro”) se atrevió con la figura del psychokiller con esta, a priori, prometedora producción. Por desgracia, tras un par de desastrosos “test-screenings”, los ejecutivos de la recién fundada Dreamworks se asustaron y decidieron modificar la versión entregada por Jordan, pasando sobre sus fotogramas cual caballo de Atila.
El producto estrenado resultó ser un film no carente de interés pero que dejaba la sensación de proyecto “mutilado” por el estudio, de obra incompleta. A pesar de todo ello, y de sus dramáticos resultados en taquilla, este “In Dreams” de Jordan, con su estructura de terrorífico cuento infantil, esta siendo durante los últimos años objeto de una cierta reivindicación. Vista hoy en día, no se entiende la virulencia con la que crítica y público la trató en su momento, pues se trata de un más que correcto thriller de terror y suspense, con ecos del Roeg de “Amenaza en la Sombra”, que destaca por su potente atmósfera onírica, su intenso acto final y, sobre todo, una magnífica Anette Bening encabezando el reparto (bien secundada por Aidan Quinn y un sorprendente Robert Downey Jr).
Treinta Minutos para Morir (Timebomb, 1991, USA. Avi Nesher):
Ejemplo perfecto de película fantasma, estrenada fugazmente en todo el mundo y hoy prácticamente olvidada, este “Timebomb” de 1991 es un muy disfrutable thriller de ciencia-ficción de bajo presupuesto (apenas 6 millones de dólares) que merece ser recuperado con urgencia.
La película cuenta la historia de un relojero, impecable Michael Biehn (uno de los actores más infrautilizados de las últimas décadas), que se ve envuelto en una conspiración de alto nivel tras aparecer breve y casualmente por televisión. A partir de esta premisa, el israelí Avi Nesher construye un thriller de ritmo frenético y tono “conspiranoico” setentero (con referencias muy claras a “El Mensajero del Miedo” de Frankenheimer), elementos de ciencia-ficción reminiscentes de Phillip K. Dick, y numerosas escenas de acción, algunas de ellas realmente creativas (destaca un violentísimo tiroteo en nada menos que un cine porno). Como curiosidad, decir que Nesher, antes de convertirse en cineasta, trabajó para el servicio secreto israelí, y parte de sus vivencias le sirvieron como inspiración a la hora de elaborar el guión. En resumen, una película muy desconocida, incluso para muchos aficionados al género, pero tremendamente recomendable.
Livide (2011, Francia. Alexandre Bustillo y Julián Maury):
El dúo galo Bustillo/Maury irrumpió de forma espectacular en 2007 dentro del panorama del cine fantástico con la salvaje “A l’interieur”, quizá el más destacable ejemplo de la llamada “new wave” de terror francés. Consecuentemente, “Livide”, su segundo trabajo (aún pendiente de estreno en España), sufrió las consecuencias de haber generado unas expectativas demasiado elevadas, topándose injustamente con la indiferencia tanto del público como de la crítica.
Quizá los aficionados, esperando otro baño de sangre y brutalidad como lo fue la ópera prima del tándem de cineastas, torció el gesto ante este cuento gótico que narra una historia realmente simple: una adolescente que acaba de comenzar a trabajar cuidando de una anciana en estado de coma cerebral, decide adentrarse una noche junto a su novio y otro amigo en la mansión en que habita la paciente en busca del tesoro que, según la rumorología local, aguarda allí escondido. “Livide” es un film, como se puede intuir, de una simpleza argumental evidente pero de apabullante belleza plástica. Estilizada hasta el exceso en su planificación visual y con un extraordinario trabajo de dirección artística (premiado en Sitges), la película puede considerarse como una auténtica pesadilla plasmada en imágenes, incluyendo referencias formales y temáticas al cine de terror italiano más esotérico, flashbacks de estética expresionista, y una recta final abiertamente violenta y gore, todo ello conducido con un ritmo medidamente pausado que ayuda a crear una atmósfera opresiva. Lástima que cogiera a contrapié a la mayoría, pues se trata de una pieza de género realmente estimulante.
Ricochet (1991, USA. Russell Mulcahy):
El australiano Russell Mulcahy (principalmente recordado por “Los Inmortales”), consiguió su mejor trabajo con este adrenalítico thriller de acción producido por Joel Silver, que fracasó injustamente en taquilla. “Ricochet” es probablemente la única película en que la exuberante, manierista gramática visual del cineasta de las antípodas (recordémos su pasado “clipper”) se complementa con una sintaxis (esto es, un guión) propicia a sus características. Sí, la película está plagada de vertiginosos travellings, grúas que describen rebuscadas elipsis, picados y contrapicados pronunciadísimos y demás filigranas visuales propias del director pero, por una vez, encuentran justificación en una historia (al acoso de un criminal fugado de la cárcel hacia el hombre responsable de su encarcelación) que abusa de continuas sorpresas y de rocambolescos (por poco creíbles) giros argumentales, consiguiéndose una evidente armonía entre fondo y forma.
Técnicamente no puede hablarse de cine de género aquí, pero no hay duda de que “Ricochet” es un film manifiestamente fantástico, ya desde lo extraordinarios créditos iniciales a ritmo del crispante “score” de Alan Silvestri, continuando con una atmósfera pesadillesca y un villano de habilidades sobrehumanas (extraordinario John Lithgow) y terminando con un puñado de violentísimas y electrizantes secuencias de acción (destacando el explosivo motín carcelario, con los presos utilizando radiales y taladros contra los guardias). En resumen, estamos ante una película para disfrutar más con las vísceras que con el cerebro y que, además, supuso uno de los primeros papeles protagonistas para Denzel Washington. Probablemente, demasiado cañera y desprejuiciada para el público de la época, pero absolutamente disfrutable.
Titan A.E. (2000, USA. Don Bluth):
El animador Don Bluth (un grano en el culo de la Disney durante la década de los 80) quiso recuperar su alicaída carrera recién estrenado milenio con esta espectacular “space opera” animada de resultados algo irregulares pero ciertamente satisfactorios.
La tierra ha sido destruida y los pocos terrícolas que quedan malviven como pueden aceptando penosos trabajos por la galaxia. Uno de estos supervivientes, el adolescente Cale, descubrirá que puede ser el elegido para liderar a los humanos en su lucha contra los temibles Drej, una especie alienígena que quiere erradicar cualquier rastro de la raza humana. Suena a tópico, ¿verdad? Pero lo cierto es que el film hace gala de un virtuosismo técnico fuera de lo común gracias a su acertada combinación de fondos y efectos digitales con animación tradicional, un magnífico diseño de personajes, excelente ritmo, y un puñado de vibrantes escenas de acción que tienen lugar en imaginativos escenarios (destaca la trepidante persecución entre los globos de hidrógeno). La crítica pareció torcer el gesto ante lo que consideró un mero trasunto animado de la saga Star Wars, y el público infantil no asimiló bien ciertas influencias del anime japonés y un tono ocasionalmente violento, condenando a un inmerecido fracaso a esta brillante odisea espacial.
Elysium (2013, USA. Neil Blomkamp):
Producción de gran aparato (superó los 100 millones de dólares de presupuesto) que sufrió el recurrente síndrome de ser “la película después de ...”, en este caso, “Distrito 9”, uno de los films de ciencia-ficción más rompedores de los últimos 20 años, “Elysium” fue recibida con notoria frialdad por crítica y público, incapaces de obviar el referente de la extraordinaria ópera prima del sudafricano Neil Blomkamp.
Su segunda película posee sin duda un tono más convencional que su precedente, pero conserva muchos de sus aciertos: un acertado trasfondo de crítica social combinado con un sólido ritmo narrativo y media docena de escenas de acción excelentemente visualizadas, un áspero tratamiento de la violencia que recuerda al mejor Verhoeven, un acertado reparto encabezado por Matt Damon, una sorprendente Jodie Foster y un Sharlto Copley pasándoselo en grande, y una evidente perfección técnica. En resumen, un blockbuster de ciencia-ficción muy, muy por encima de la media que no recibió la atención que merecía, especialmente por parte de los aficionados al género.
Doomsday (2008, UK/USA. Neil Marshall):
Tras convertirse en la gran esperanza del cine de género europeo con la rotunda “The Descent”, el británico Neil Marshall consiguió los 30 millones de dólares requeridos para rodar su proyecto soñado como director: una actualización de los films de corte apocalíptico-futurista que durante los años 80 se convirtieron en un sub-género en sí mismos.
Marshall no defraudó y entrego un film trepidante, referencial (homenajeando principalmente a Miller y Carpenter), violentísimo y con una acción tan continúa que casi resulta excesiva. Sin embargo, la película fue ignorada (aunque no masacrada) por la crítica y pasó absolutamente desapercibida para el público. Quizá la gente aún no estaba preparada para un retorno a este tipo de cine (aunque el arrollador y reciente éxito de la cuarta entrega de Mad Max parece confirmar que había publico potencial), quizá las estrategias de promoción no fueron las idóneas, o quizá es que para realizar un homenaje a tus películas favoritas y a la vez ganar dinero hay que llamarse Quentin Tarantino, pero lo cierto es que este “Doomsday”, que además de lo ya reseñado cuenta con una excelente dirección artística (que mezcla elementos futuristas, neo-punk y medievales) y con una acertada interpretación de Rhona Mitra como protagonista, resultó un fracaso tan evidente como inmerecido.
Mujer Blanca Soltera Busca... (Single White Female... ,1992, USA. Barbet Schroeder):
La primera mitad de los 90 fue la época dorada de los “thriller con psicópata”, alcanzando gran popularidad títulos como “El Cabo del Miedo” o “La Mano que Mece la Cuna”. Estrenada el mismo año que la mencionada y exitosa película de Hanson sobre una niñera psicópata, y con ciertas coincidencias temáticas, compitió con ella en taquilla “Mujer Blanca Soltera Busca …” pasando bastante más desapercibida a pesar de tratarse de un título menos convencional e infinitamente más sugestivo.
Allison Jones, una joven y exitosa ejecutiva de Nueva York (Una Bridget Fonda muy metida en el papel), deprimida tras romper con su pareja, pone un anuncio en la prensa buscando alguien con quien compartir piso. Aparecerá entonces en su vida Hedra Carlson (la ahora de nuevo en alza Jennifer Jason Leigh, aportando una remarcable intensidad a su personaje), quien, tras presentarse como la compañera ideal, irá revelando poco a poco su posesiva y psicopática personalidad. Sobre esta premisa, el francés Barbet Schroeder vehicula ciertas temáticas más propias del cine indie (el miedo a la soledad, la terrible necesidad de dependencia sobre los demás) en un estilizado thriller de suspense con unos personajes, llenos de claroscuros, excelentemente definidos. Con una sólida puesta escena (incluyendo una de las elipsis más elegantes que se recuerdan en el género), una magnífica fotografía de tonos apagados que enfatiza la fragilidad emocional de las protagonistas, un duelo interpretativo de altura entre Leigh y Fonda, y una violentísimo tercio final (incluida una escena al borde la calificación X), estamos ante una película a reivindicar y bastante más olvidada de lo que merece.
El Último Gran Héroe (Last Action Hero,1993, USA. John McTiernan):
El tándem Schwarzenneger/McTiernan, que tan buenos resultados había dado con la excelente “Depredador”, se pegó el castañazo en el verano del 93 con esta sofisticada fantasía que se propuso parodiar/homenajear al género de acción (fundamentalmente “ochentero”) desde una perspectiva autoconsciente y metacinematográfica.
Arnold interpreta a Jack Slater, un famoso personaje de películas de acción que, gracias a una entrada de cine mágica adquirida por un adolescente fanático del género, consigue traspasar la pantalla y materializarse en el mundo real. La película funciona gracias a un ingenioso guión plagado de referencias y que juega habilidosamente con el concepto de cine dentro del cine, a un Arnold superior que ofrece una interpretación absolutamente autoirónica, y a unas secuencias de acción realmente espectaculares pero, lamentablemente, a la crítica no pareció convencerle algo que posiblemente no esperaban, y el público, que se decantó por los dinosaurios de “Jurassic Park” y las montañas de “Máximo Riesgo” (justo el tipo de película del que el film de McTiernan se mofaba), no pareció asimilar el grado de complejidad conceptual que ofrecía la original propuesta. Curiosamente, Wes Craven intentó lo mismo tres años después con el “slasher” en “Scream”, y la aceptación fue espectacular, lo que refuerza la opinión de que este “The Last Action Hero” fue una película algo adelantada a su tiempo.
El Arte de Matar (El Síndrome de Stendhal) (La Sindrome di Stendhal, 1996, Italia. Dario Argento):
Los que acusan a Argento de no haber realizado ninguna película destacable pasada la década de los 80, deberían revisar este olvidado título rodado después de su desastrosa experiencia en USA con “Trauma”.
La primera mitad de “El Síndrome de Stendahl” hace gala de una brutalidad que corta la respiración. La película cuenta con una premisa realmente original: Un asesino en serie (imponente Thomas Kretchsmann) se dedica a torturar física y psicológicamente a la policía que le persigue (una voluntariosa Asia Argento) aprovechando que ésta sufre el famoso síndrome del título. Hay varias cosas a destacar: una fascinante e hipnótica escena de apertura que Argento consiguió rodar en los Uffizi de Florencia, varias secuencias de asesinatos y violaciones que producen una incomodidad casi insoportable en el espectador, y la inclusión uno de los asesinos más intimidantes y terroríficos que se recuerdan. Aunque a la película se le pueden apuntar ciertas deficiencias (una segunda parte que no mantiene el nivel, algunos risibles efectos digitales ….), supone otra muestra del talento y la creatividad del maestro italiano, pero es quizá una de sus películas menos conocida, debido a que se incluye cronológicamente dentro de su etapa menos afortunada.
El Vigilante Nocturno (Nattewagten, 1994, Dinamarca. Ole Bornedal):
Excepcional y bastante desconocido thriller nórdico con elementos de terror, de atmósfera asfixiante y escenario especialmente macabro y claustrofóbico (nada menos que una morgue).
La historia no resulta demasiado novedosa (un joven comienza a trabajar como vigilante del depósito de cadáveres a la vez que una oleada de terribles asesinatos comienza a asolar la ciudad), pero Bornedal demuestra una más que evidente capacidad para crear una atmósfera amenazadora con mínimos elementos, y una habilidad a la hora de dilatar el suspense que recuerda al mejor De Palma (escalofriante la secuencia del asesinato de la prostituta). El guión, aunque funcional, desvela su giro principal en el momento adecuado y añade algunos toques de humor que funcionan sorprendentemente bien como contrapunto al oscurísimo tono general de la propuesta. A destacar también el buen trabajo del reparto, en especial de un jovencísimo y entonces desconocido Nikolaj Coster-Waldau (famoso por ser el Jaime Lannister de “Juego de Tronos”). En resumen, a pesar de su modestia, una auténtica joya a descubrir para aquellos que no la conozcan.
Triangle (2009, UK/Australia. Christopher Smith):
Sin duda el caso más flagrante de distribución “negligente” de los últimos años lo sufrió esta sorprendente coproducción británico-australiana que tan sólo en Reino Unido disfrutó de un estreno normalizado.
Sin desvelar ningún detalle sobre la trama (es mejor para los muchos que aún no la han visto), sólo decir que esta especie de versión “hard” de “Los Cronocrímenes” con elementos de thriller, terror y ciencia-ficción, constituye una de las propuestas de género más complejas, inteligentes y provocadoras de las últimas dos décadas. Película intensa y visualmente estilizada, dirigida con un excepcional pulso narrativo por el inglés Christopher Smith y con una Melissa George en estado de gracia liderando el reparto, destaca, sobre todo, por la sensación de creciente inquietud e imprevisibilidad que despierta en el espectador durante todo el metraje. Por si fuera poco, el giro final obliga a replantearse todo lo visto con anterioridad dotando a la historia de una complejidad y un componente emocional muy poco habituales en el género. Quién aún no la haya visto, ya está perdiendo el tiempo en buscarla. Lamentablemente, sigue sin estrenarse en España.
Silencio desde el Mal (Dead Silence, 2007, USA. James Wan):
Tras el impacto mundial de su ópera prima, “Saw”, el australiano James Wan dio el salto a los grandes estudios con este cuento de terror sobrenatural de regusto clásico que fue incomprensiblemente vapuleado por la crítica e ignorado por el público.
Cierto que el guión es algo derivativo y el reparto mejorable, pero “Silencio desde el Mal”, gracias al trabajo de Wan tras la cámara, se eleva muy por encima de lo habitual en el género debido a una sofisticación visual que rinde homenaje a la Hammer, a un absoluto dominio técnico en la planificación de las escenas de terror y suspense, y a la inclusión de un (otro) sorprendente giro final que vuelve a romper los esquemas al espectador. El film cuenta también entre sus alicientes con una excelente fotografía de tonos saturados que recuerda no casualmente a la del clásico de Argento “Suspiria”, y con un exquisito diseño de producción que recrea a la perfección el pueblo fantasma en que se desarrolla la acción, además de con un par de escenas de una perfección formal intachable (el prólogo y el flashback en el teatro). Curiosamente, Wan volvería a triunfar 3 años más tarde con “Insidious”, un título que jugaba con elementos similares a los de esta, incomprensiblemente incomprendida, “Dead Silence”.
Kalifornia (1993, USA. Dominic Sena):
Una de las más interesantes y originales vueltas de tuerca al sub-género de “psychokillers” que ha dado el cine reciente. Ópera prima del videoclipero Dominic Sena, y con un destacadísimo reparto (Brad Pitt, Juliette Lewis y David Duchovny), la película pasó totalmente desapercibida en el momento de su estreno, siendo sólo tímidamente reivindicada tras la conversión de Brad Pitt en una de las principales estrellas de Hollywood.
La trama gira en torno a una pareja, cool y moderna que, para preparar un libro sobre “serial killers”, se embarca en un viaje por carretera con el objeto de visitar lugares donde se han cometido famosos asesinatos en serie. Para compartir gastos, deciden poner un anuncio buscando a alguien que les acompañe, presentándose una pareja de “rednecks” cuyo comportamiento resultará progresivamente inquietante. Con un esteticista tratamiento visual que contrasta con los brutales y secos fogonazos de violencia que salpican la historia, una acertada reflexión (sin moralismos fáciles) sobre la fascinación del ciudadano medio por los aspectos más morbosos de la sociedad, y sobre todo, un trabajo actoral de primer orden, destacando un eficaz y desaliñado Brad Pitt y una explosiva Michelle Forbes (¿cómo es posible que no se haya aprovechado más a esta actriz?), esta “Kalifornia” (con “k” de “killer”) es un intenso y apasionante thriller que consigue algo tan complicado como activar la adrenalina y las neuronas del espectador al mismo tiempo.
The Faculty (1998, USA. Robert Rodríguez):
Quizá la película más redonda de Robert Rodriguez, “The Faculty”, sin embargo, no se encuentra ni entre sus trabajos más populares, ni entre los mejor valorados por la crítica, debido probablemente a que se estrenó en plena fiebre de la nueva ola de terror adolescente, siendo eclipsada por el éxito de las sagas “Scream” y “Sé lo que Hicisteis el Último Verano”.
“The Faculty” es una desprejuiciada y divertidísima actualización de los ultracuerpos de Finney (la trama gira en torno a un grupo de adolescentes que comienza a sospechar que los profesores de su instituto están siendo poseídos por alienígenas) pasada por el filtro del cine adolescente de John Hughes, todo ello con el ritmo festivo y el saltarín estilo visual del inquieto realizador mexicano, un reparto excelente (tanto adolescentes como profesores rayan a gran altura, destacando Elijah Wood, Josh Harnett y Robert Patrick), multitud de acertados homenajes a, entre otros, a Carpenter, Leone y De Palma, y una buena dosis de incorrección política (los adolescentes utilizan una droga casera para defenderse), culminando todo con un final sorprendentemente ambiguo y anticonvencional. En resumen, una fiesta para el aficionado que mereció mejor suerte.
Vampiros (John Carpenter´s Vampires, 1998, USA. John Carpenter):
El último gran acierto de Carpenter hasta el momento, es este western contemporáneo de vampiros estrenado tardíamente y que, aunque se defendió en taquilla, fue ninguneado por la crítica.
“Vampiros” supone el enésimo homenaje de Carpenter a Howard Hawks, con esta historia en la que un grupo salvaje de cazavampiros liderado por el carismático Jack Crow es contratado por el vaticano para limpiar de chupasangres una zona fronteriza. El film es muy disfrutable de principio a fin debido a varias razones: un muy buen ritmo narrativo, varios hallazgos visuales, numerosas y violentas secuencias de acción, una atmósfera sucia y polvorienta y un James Woods perfecto encarnando a Crow (otro alter-ego del director reflejado en la pantalla: un antihéroe anárquico en contra del sistema y las instituciones), un personaje sarcástico y con un amplio repertorio de “one-liners”, muy bien secundado, eso sí, por un imponente Thomas Ian Griffith como el líder de los vampiros, y una inquietante Sheryl Lee como víctima al borde de la transformación. Y ojo al incómodo final, en el que no todo se resuelve, muy en la línea del mítico desenlace de “La Cosa”. Incomprensiblemente, permanece como un título menor dentro de la filmografía del genial realizador.
El Territorio de la Bestia (Rogue, 2007, Australia/USA. Greg McLean):
El australiano Greg McLean arrasó en 2005 con su ópera prima “Wolf Creek”, un durísimo “survival” de corte realista alabado por el mismo Quentin Tarantino (y seguramente odiado por el Ministerio de Turismo de Australia). Tras semejante éxito, los Weinstein ofrecieron al talentoso director 25 millones de dólares para rodar esta historia sobre un cocodrilo asesino. Por desgracia, los productores no parecieron enterarse de que tenían una joya entre manos, condenando a la película al olvido tras estrenarla en USA en nada menos que …….. 10 salas!!!.
Aún hoy en día no se entiende tal decisión, pues este “Rogue” de McLean es sin duda una de las mejores películas de animales asesinos de la historia, un vigoroso ejercicio de narrativa clásica en el que el realizador de las antípodas demuestra un magistral dominio del suspense y una asombrosa capacidad para resaltar visualmente la agresividad de los parajes naturales de su tierra natal. Con un reparto ajustadísimo (a los eficientes Michael Vartan y Radha Mitchell se unen nada menos que unos, entonces no muy conocidos, Sam Worthington y Mia Wasikowska), una tensión creciente, unos cuidados efectos visuales, y una astuta dosificación de los momentos de impacto, “El Territorio de la Bestia” es a día de hoy un título mucho menos valorado de lo que se merece, e incluso es programado con asiduidad los fines de semana en España en horario de telefilm, así que, si un día la “cazáis” haciendo “zapping”, seguro que no os defraudará.
Agárrame esos Fantasmas (The Frighteners, 1996, Nueva Zelanda/USA. Peter Jackson):
Película sepultada entre la fama “friki” de sus primeros trabajos “gore” y el arrollador éxito “mainstream” de su trilogía de los anillos, esta “The Frighteners” es sin duda la joya olvidada en la filmografía de Jackson, y una película que le llegó en un momento de máxima inspiración creativa, tras rodar la excelente “Criaturas Celestiales”.
Estamos ante un thriller sobrenatural con elementos de terror y toques de comedia enloquecida que Jackson rodó con la energía visual y narrativa de sus primeros trabajos, pero contando esta vez con un presupuesto decente y un guión ingenioso y de buena progresión dramática, evitando en todo momento que el estilo acabara “comiéndose” a la historia. Un acertadísimo Michael J. Fox (ya visiblemente perjudicado en lo físico) interpreta a un cazafantasmas que utiliza sus poderes sobrenaturales -adquiridos tras un suceso traumático- para estafar a sus clientes, mientras una serie de asesinatos en serie comienzan a sucederse en el pueblecito en el que reside. La película posee un tono muy oscuro a pesar del humor, y el personaje de Jeffrey Combs es todo un hallazgo pero, lamentablemente, la crítica no supo reaccionar ante tan curiosa mezcla de géneros, y el público no aceptó el grado de sofisticación de una propuesta que nació con el sello de película de culto. Mención aparte merece el lamentable trato que recibió en su distribución en España, donde se intentó aprovechar el tirón de las comedias del trío ZAZ a través una ¿traducción? del título absolutamente ridícula.
Días Extraños (Strange Days, 1995, USA. Kathryn Bigelow):
A pesar de que, tras convertirse en la primera realizadora de la historia en ganar el Oscar a la mejor dirección, su filmografía ha sido objeto una notable reivindicación, lo cierto es que casi nadie se enteró cuando, allá por el 95, Kathryn Bigelow estrenó este impresionante espectáculo audiovisual que es “Días Extraños”.
La película fue un fracaso sonado, debido principalmente a la época del año en que fue lanzada (Navidad) y a un guión, que al acumular tantos meandros en su acto final, acabó distanciando de la historia tanto a los espectadores como a los críticos más perezosos (que son los que más). ¿Se merecío el trastazo que se pegó? En absoluto; “Strange Days” es un extraordinario cyberthriller futurista con estructura y atmósfera de “noir” clásico al que se añaden unas generosas dosis de acción desbocada y mucha intriga. Es también un espectáculo visual de primer orden con un ritmo tan trepidante que hace que el generoso metraje pase como un suspiro, pero subordinando siempre su virtuosismo técnico a una complejísima historia en la que convergen hasta tres líneas argumentales principales. Y finalmente, es también un recital interpretativo cortesía de Ralph Fiennes, Juliette Lewis y Angela Basset, ajustadísimos a sus muy interesantes personajes. En resumen, una película que, como producto comercial, simplemente roza la perfección por la eficacia con la que combina inteligencia y espectáculo. Indispensable no sólo para cualquier aficionado al cine de género, sino al cine en general.
Sunshine (Danny Boyle, 2007, UK/USA. Danny Boyle):
Y terminamos este repaso con “Sunshine”. ¿Qué decir de la incomprendida Obra Maestra de Danny Boyle? Sólo que es una de las películas (de género o no) más emocionantes, poderosas y emotivas de los últimos años.
A partir de una historia simple (el sol se muere y un grupo de científicos y astronautas se embarca en una misión casi suicida para reactivarlo), con una premisa de ciencia ficción seria, pero ideal para que el director británico despliegue toda su sensibilidad “new age”, Boyle consigue una de las grandes películas de los últimos años, con un ritmo narrativo que funciona como un mecanismo de relojería, una potencia visual abrumadora, y una intensidad dramática en los momentos de conflicto entre los miembros de la tripulación (una vez que la misión comienza a torcerse) que debería hacer palidecer de envidia a Nolan (y a sus algo pedantes, artificiales pretensiones de trascendencia) por la naturalidad con que toca la fibra emocional (¡Ojo!, emocional, que no sentimental) de los espectadores. Pero es que hay más: un reparto magnífico (en el que todos están a la altura, sorprendiendo especialmente la gran labor de Chris Evans), y una banda sonora de John Murphy que debería ser reseñada en el diccionario cuando se busca el adjetivo “epico”. Y todo ello con apenas 30 millones de dólares de presupuesto y en apenas 107 minutos de metraje. ¿Por qué fracasó? Difícil de explicar, aunque es cierto que un último acto con ciertos toques lisérgicos, y que parece entrar en el terreno del “slasher”, desconcertó a muchos, a pesar de encajar plenamente con el estilo de Boyle. Solo un dato para la reflexión de todos, como espectadores: esta maravilla recaudó la risible cantidad de 32 millones de dólares en todo el mundo. El año pasado, películas tan mediocres como “San Andreas” o “Terminador Genisys” rondaron los 450.
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